BS"D || Rabbi Geier
Bereshit 5781
Alguien recuerda qué pasó luego de la expulsión de Adam y Javá del Gan ʿEden, el paraíso? Algunos podrán mencionar uno o dos personajes, pero te recuerdas bien qué es lo que pasó? Es tan fascinante la historia de la Creación con todos sus misterios, que quedamos embelesados con las imágenes de los objetos y las manifestaciones de poder que se van haciendo presentes en los primeros 7 días. Y por sobre todo, el espíritu de Dios que sobrevuela y vigila desde el día 1, o día 0 si se quiere.
El tema del Dios vigilante que todo lo ve y juzga acabamos casi de sentirlo en nuestra piel con los Iamim Noraim. Pero nos precede desde el momento mismo de la Creación (o antes que eso?) en su función de asegurarse que todos tengamos el comportamiento debido.
Y entonces vuelve el concepto de la culpa. Porque si hay alguien que vigila nuestro comportamiento es porque en algún momento la advertencia o el reto o lo que fuera, surge para marcarnos lo que estamos haciendo.
Una vez fuera del Gan ʿEden, lo que aparece es la historia de aquellos dos hermanos que sabemos desde niños que nadie debe imitar. Aquellos que por razones no muy claras en el relato, se enfrentan y uno termina matando al otro. Sí, Cain y Abel.
Existe una disputa interesante entre Rashi y Najmánides acerca de Caín.
En el relato, el Creador condena a Caín, luego de “enterarse” de que éste había matado a su hermano por razones inciertas. Dios asevera que a partir de ese momento será maldito y que la tierra que recibió de su mano la sangre de su hermano no le será favorable y que será errante en la misma. Caín sólo atina a responder “Grande es mi delito para sobrellevar” (Bereshit 4: 13), y entonces surge la controversia: según Rashi, el enorme exégeta bíblico, Caín le reclama en esta simple frase a Dios que cómo puede ser que siendo Él un Dios justo y misericordioso que perdona las faltas de aquellos que se arrepienten con sinceridad, no pueda ser perdonado de su pecado?
El Ramban, en cambio, opina que en esa frase Caín está admitiendo la enorme gravedad de su falta. No hay una interrogación en su frase, sino más bien una exclamación casi de sorpresa por lo que acaba de hacer.
Es una visión diferente del “malvado Caín”. Hay quienes ven en él al primer hombre que “se hace cargo” de su error. De hecho hasta ese momento, Adam le echó literalmente la culpa a Javá de haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal. Javá, por su parte, le endilgó la culpa a la serpiente.
Quizás Caín no tuvo alternativa en su soliloquio reflexivo con Dios y DEBIÓ hacerse cargo. Pero como fuera, es el primer ser que en forma casi madura asume su culpa y la carga.
Según el midrash, Caín encontró a su padre luego de haber sido sometido a juicio por Dios, y éste le preguntó: “Qué ha sido de tu juicio?”. Y el fratricida le respondió que había hecho teshuvá y logró hacer las paces con el Creador.
Bereshit Rabá, en su capítulo 22, cuenta que el primer hombre se tomó de la cabeza al darse cuenta de las consecuencias diferentes si no hubiese sido tozudo e inmaduro y dijo: “Tan grande es el poder de la teshuvá... y yo no lo sabía”.
Asumir que algo debemos cambiar y reconocerlo y ejecutar el cambio, revisar nuestros juicios, los que nosotros hacemos con nuestro entorno, es el principio que abre las puertas a innumerables mundos posibles, mejores al que generamos al permanecer incólumes ante una postura equivocada.
Sólo pensemos en el Gan ʿEden en el que conviviríamos si sólo Adam hubiese asumido su error y lo hubiese enmendado.