BS"D || Rabbi Geier
Vayikra 5780
Comenzamos un nuevo libro.
Y éste es uno de los más complicados de la Torá. No es que sea difícil, no. No es que tenga vericuetos que nos lleven a mundos ocultos que no entendemos; tampoco.
Vaikrá carece del encanto de Bereshit que nos seduce con los secretos de los orígenes, y las primeras historias de la humanidad y nuestro pueblo.
Carece del atrapante relato de Egipto con un Moshé que crece en imágen y en liderazgo y nos atrapa detrás de la columna de nuestros antepasados saliendo de la esclavitud y comenzando una travesía que les va a resultar interminable.
Vaikrá nos habla de... sacrificios; ofrendas.
Vaikrá nos relata cómo era que debían hacer nuestros antepasados para expiar sus faltas, agradecer, pedir, o simplemente alabar al Creador. Nada más lejano a nosotros.
Pero nuestra Torá, nos permite ir un poco más allá del relato, como siempre lo hace.
Decíamos, que en tiempos en que el Templo de Jerusalem, estaba en pie, toda persona que transgredía involuntariamente tenía que ofrendar un animal: sacrificio de expiación que recibía el nombre de Jatat. Lo cierto es que mientras el común de la gente debía traer como ofrenda una ovejita, la Torá nos dice: “Si el sacerdote ungido pecare para culpa del pueblo, ofrecerá por su pecado que pecó, un novillo sin defecto al Eterno, como expiación”.
Hay una clara diferencia en lo que debe ofrendar un “común” de lo que debía ofrendar un sacerdote en caso de haber cometido un error.
Qué es esto? Acaso nos somos todos seres humanos. No es que tenemos los mismos derechos frente a Dios? Por qué la falta de un sacerdote es más importante que la de cualquier otro?
En realidad no se trata de la persona. Ni siquiera se trata de la tarea que realiza. Podemos afirmar que la Avodat Kodesh (el trabajo consagrado que realiza un Cohen) puede considerarse más importante que el de un carpintero...? Quizás.
Pero lo que realmente aquí el sacrificio mayor del Cohen, tiene que ver con su posición.
Cuando cualquiera de nosotros está en un lugar de mayor exposición, la responsabilidad crece. Existe lo que llamamos Maarit Ain. Vendría a ser algo así como lo que se muestra al ojo, en una traducción literal.
Quiere decir que siempre estamos observados, pero no por un Big Brother. Ni siquiera refiere a el Dios que todo lo ve. Refiere simplemente al ojo del nuestro prójimo que está mirando.
El ojo de un hijo, el de un padre. El de un subordinado. El de los alumnos. El ojo de una Comunidad.
Ese ojo hace que nos debamos hacer responsables de nuestros actos. Responsables cuando cometemos errores a los cuales nuestra condición humana seguramente nos va a exponer.
Y ese acto de toma de la responsabilidad, no se hace en forma privada. El sacrificio del Cohen debía ser más importante que el del resto del pueblo, y debia ser público.
Interesante. Se hace público el arrepentimiento, la expiación...pero no el error.
Porque se reconoce, aún en los más grandes, en aquellos que están más expuestos que otros a la opinión y la crítica pública, que el error es posible.
Pero se cuida la investidura, aún con el error, si es que hay sacrificio de arrepentimiento y expiación.
Vaikrá nos puede sonar lejano. Peor no lo es. Es solo abrir los ojos y entender.